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¿Qué tienen en común empresarios, religiosos, ambientalistas, activistas de izquierda y derecha, bicicletistas y gente de a pie? Que todos ellos se unieron contra el acueducto Monterrey VI, uno de los proyectos más caros, innecesarios y conflictivos que impulsó el gobierno de Enrique Peña Nieto con su empresa consentida, Grupo Higa.

 

MONTERREY, NUEVO LEÓN.- Es una historia larga. Y es una historia con decenas de actores. Este desfile de personajes se puede dividir en dos: los que estaban a favor del proyecto Monterrey VI y los que se opusieron. De los primeros, es fácil bosquejar: el gobierno. La administración calderonista, la de Peña Nieto, el gobernador Rodrigo Medina, la empresa Higa. Habrá más personajes que estarían de acuerdo, por supuesto: aquellos que quieren extraer el gas Shale en la Cuenca de Burgos.  

Entre los opositores hubo, hay de todo: desde empresarios nuevoleoneses que vieron con malos ojos que un apetitoso contrato se lo llevara el grupo Higa (favorito de Peña Nieto), organizaciones ambientalistas, la Arquidiócesis de Monterrey, inspirada por la encíclica papal por el medio ambiente, el diario El Norte, políticos en plena campaña electoral, comunidades campesinas en San Luis Potosí, organizaciones sociales regiomontanas de corte progresista, estudiantes, activistas de izquierda de la vieja guardia, gente de a pie.

¿Qué detuvo –al menos hasta ahora– uno de los proyectos más caros, más contaminantes y millonarios de la década? Sólo queda conocer la historia a través de sus actores.

El inicio

La idea de llevar agua desde el Pánuco a Nuevo León se gestó tiempo atrás.

El 21 de enero de 2008, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales publicó en el Diario Oficial de la Federación un listado de ríos y cuencas con, alegaron, disponibilidad de agua. Ahí, aparecía el Río Pánuco, y una de sus ramales, el Tampaón. Para octubre de 2010, el gobierno de Felipe Calderón otorgó el título de asignación de 15 mil litros por segundo de aguas provenientes del Pánuco al estado de Nuevo León. En otras palabras: ya se preparaba el trasvase más caro de la historia, de uno de los afluentes más contaminados del país.

Este volumen de agua era superior al suministro total de Monterrey y su área conurbada, la cual rondaba los 12 mil 500 litros por segundo.

Pero todo esto eran notas secundarias y poco relevantes para los regiomontanos, que en aquellos años batallaban no con la carencia de agua, sino con el exceso. Ese verano la tormenta Tropical Alex había arrasado con Monterrey.

Cosijoopii Montero

Todos coinciden en que los primeros regiomontanos que se opusieron al proyecto estaban aglutinados alrededor de Cosijoopii Montero.

Rebasa los 40 años, pero parece estar en la treintena. Bronceado, atlético, juvenil, cool, nos recibe en la oficina de su organización, Reforestación Extrema, localizada en un piso de las modernas oficinas IOS Offices, en San Pedro Garza García, de los municipios más ricos de México y de América Latina. Cosijoopii sitúa el inicio de la resistencia contra Monterrey VI con la tormenta tropical Alex. 

“Previo al huracán Alex, tuvimos como unos tres años muy fuertes de sequía. Estábamos en una situación bien complicada, las presas estaban al 20 por ciento. Se viene el huracán, se rellenan todas las presas, el manto freático se abastece”, pero al mismo tiempo, la ciudad quedó destruida. El único río vivo de la ciudad, el Río de la Silla, desbordó y afectó muchas viviendas. Entonces, Conagua proponía entubarlo, o tumbar los árboles que crecen en sus riberas.

“Y estábamos en ese tema, cuando salen con lo de Monterrey VI. Y les dijimos: ‘no, espérate, guey, si tú autorizas, vas a generar una política de mayor devastación; si no puedes gestionar el agua que tienes aquí, ¿para qué traes agua de tan lejos? Mejor, ese dinero necesitas invertirlo en infraestructura, que permita hacer pozos de absorción, parques inundables, que el agua de lluvia, en vez de que se vaya a la alcantarilla, se infiltre’.”

Para 2011, Cosijoopii tuvo una reunión con el entonces secretario de desarrollo sustentable, a quien planteó una duda elemental: ¿dónde está el agua del Alex? ¿dónde está toda el agua que cayó?.

La habían tirado

En abril de 2012, el entonces candidato priista a la presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, firmó como una de sus 266 promesas de campaña la construcción del proyecto Monterrey VI. Apenas llegó al cargo y ordenó la construcción del proyecto, con una inversión inicial que implicaría 14 mil millones de pesos, que hasta ahora no se ha entregado, porque el proyecto está detenido.

Y en esos primeros años, Cosijoopii Montero encabezó la oposición a Monterrey VI.

“Decíamos: no hay que invertir dinero para una infraestructura que traiga agua de otra cuenca, sino invertir para atrapar el agua que nos cae. Entonces empecé a convocar a un grupo de expertos”. La Academia Nacional de Arquitectura, el Colegio de Arquitectos, Vertebra. Metieron algunos amparos, dieron conferencias. Poco a poco se fueron acercando también políticos.

Pero Monterrey VI avanzaba. En 2013, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) emitió un dictamen arqueológico favorable; y Banobras aprobó un apoyo no recuperable por 3 mil 78 millones de pesos, que finalmente no fue entregado.

En marzo de 2014, se publicó la convocatoria para la licitación del proyecto. Se inscribieron unas 28 empresas, sólo dos llegaron a la final.  El 8 de septiembre de ese mismo año se dio a conocer el ganador: un consorcio cuyo porcentaje mayoritario se lo repartían en partes iguales (37.75 por ciento), la empresa Concretos y Obra Civil del Pacífico, S.A. de C.V. Subsidiaria de HIGA; y Controladora de Operaciones de Infraestructura (CONOISA), S. A. de C.V. Subsidiaria de ICA.

 Inmediatamente, pusieron manos a la obra. 

Un trasvase delirante o fracking a la vista

“Nosotros fuimos los que iniciamos la investigación, la viabilidad del proyecto. Esto fue en 2014. En ese entonces había dos opciones para traer agua del Pánuco. La primera opción era el Río Tampaón”.

El doctor Juan Manuel Rodríguez Martínez, responsable de geohidrología y geofísica del Instituto de Ingeniería Civil de la Universidad Autónoma de Nuevo León, conoció de primera mano los sinsentidos técnicos del acueducto, un proyecto, resume, muy caro, con infinidad de problemas técnicos, que requería un monto estratosférico de energía para traer un agua de mala calidad, que Monterrey no necesita. El agua, en realidad, estaba destinada al fracking. O en esto, la mayoría de los opositores coinciden.

Y es que hacia el norte, se encuentra a Cuenca de Burgos, una región que comparten los estados de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León, que  produce 20 por ciento del gas del país, y es considerada una de las reservas más importantes del mundo.

“El primer sitio donde se pensaba construir la toma era el ejido el Porvernir, complicado por la química del agua. El agua del Tampaón es alta en sulfatos, que son incrustantes, entonces tendrías que modificar tus plantas de tratamiento. Además gran cantidad de aluminio, que era producto de la quema, la tumba y quema de la caña de azúcar”.

Aunado a eso, durante la temporana de sequía, el tirante de agua del Tampaón se reducía a dos metros. No era posible establecer una obra de toma. Se propuso entonces extraer el agua de las adjuntas, la conjunción de los Ríos Moctezuma y Tampaón. Entre los activistas, se dice que el cambio fue por oposición de los ejidatarios. Pero Rodríguez Martínez sonríe como quien lo hace a un niño.

–No fue la oposición. Fueron los problemas técnicos.

Había muchos otros problemas: la longitud del acueducto Pánuco– Monterrey: 376 kilómetros, con 7 torres de rebombeo; elevar el agua desde 20 metros sobre el nivel del mar, hasta los 505 metros, lo cual requeriría una enorme cantidad de energía, pagar la indemnización de los terrenos... Y a eso había que sumarle la inseguridad.

“Peligrosísimo. Nosotros nos encontrábamos a los… malitos y nos decían claramente: ustedes, hasta las dos de las tarde pueden estar sobre estas brechas. Después de las dos de la tarde es bajo su propia responsabilidad. Yo presenté los puntos de vista por lo cual era ilógico traer agua de tan lejos.” 

Pero el proyecto continuó. 

La Casa Blanca

Para el 3 de noviembre, Higa volvía a sonar en las noticias por obtener, junto con la paraestatal china Railway, el contrato para construir el tren de alta velocidad México-Querétaro, otra de las promesas de campaña de Peña Nieto. Higa había sido consentida de Peña Nieto como goberndor del Estado de México. Sorpresivamente, tres días después, el gobierno mexicano revocó el fallo de la licitación del Tren.

El día 9 salió el peine. El equipo de Carmen Aristegui reveló “la casa blanca de Peña Nieto”, una propiedad de 7 millones de dólares, construida a gusto de la familia presidencial por Grupo Higa.

Los vínculos entre Peña Nieto e Higa hicieron eco en el proyecto Monterrey VI y sumó otras voces en contra, como el entonces diputado –después gobernador-, Fernando Elizondo Ortiz, quien para finales de noviembre hizo un “llamado a la rebelión ciudadana” contra lo que llamó “El robo del siglo”. Así se sumarían empresarios como Roberto Gallardo, o personajes como Cristina Sada. El periódico El Norte, considerado formador principal de la opinión pública regiomontana, hizo suya la oposición. El 16 de diciembre de 2014, Cosijoopii Montero metió un amparo en contra del proyecto, ante el Juez de Distrito en  Materia Administrativa del Cuarto Circuito en el Estado en Turno. No prosperó, pero causó impacto mediático.

Para inicios de 2015, el Fondo Metropolitano del Agua, un organismo conformado por representantes de los tres niveles de gobierno, empresarios y organizaciones, se pronunció contra el proyecto.

Pero el regiomontano promedio no hacía suya la bandera. Quizá era que le hablaban de algo muy lejando: el agua del Pánuco, comunidades campesinas e indígenas… Muchos pensaban, pues si se trata de traer más agua, estará bien, ¿no?

S.O.S ciudadano

David Pulido es activista de Pueblo Bicicletero, una red de promoventes de la bici en Monterrey. Alto, moreno, y eternamente en bicicleta. A diferencia de los opositores anteriores, Pueblo bicicletero es cercano a jóvenes urbanos y activistas de derechos humanos.

“A nosotros nos invita la activista Celina Fernández como Pueblo Bicicletero porque querían hacer movilizaciones más visibles, porque hasta entonces eran puras cosas de élite, como dejar actas en el Congreso. La idea de hacer el SOS y usar drones fue mía”. David se refiere a lo siguiente:

El 8 de febrero de 2015, activistas de todos los moles se dieron cita frente al Palacio de Gobierno. Eran poco más de mil personas, quienes formaron letras “SOS”, y tomaron fotografías aéreas con un dron. Las imágenes fueron llamativas y las retomaron portales locales y nacionales. Fue un éxito. Para los estándares de Monterrey, se trató de una movilización histórica, no solo por la cantidad de gente, sino por tratarse de una convocatoria apoyada por grupos tan diversos y disímiles entre sí: convocaban los activistas “fresas” y los de calle; se sumó la “vieja guardia” politizada y algunos políticos en campaña.

El candidato a gobernador por Movimiento Ciudadano, Fernando Elizondo, se hizo presente en la manifestación y se apropió de la iniciativa, lo que molestó a algunos activistas como Pulido.

La manifestación trascendió a nivel nacional. Hubo entrevistas con Aristegui, se mantuvo en prensa unos tres, cuatro días. Y ahí comenzaron  las primeras declaraciones de El Bronco, como candidato a la gubernatura de Nuevo León, en contra de Monterrey VI. Jaime Rodríguez, El Bronco, el priista trasvasado a candidato independiente, basaría su efectiva e incendiaria campaña en dos promesas: meter a la cárcel a Medina y detener Monterrey VI. Luego Elizondo declinó a favor del Bronco y parecía que ya no serían necesarias más movilizaciones.

El 7 de junio de 2015, El Bronco ganó. Fue una elección histórica, el primer gobernador independiente. Pero a lo largo del tiempo, el Bronco ha trasvasado su postura respecto a Monterrey VI: desde la oposición ferrea, a la de “examinar” el proyecto, o la posibilidad de hacer uso del agua del Pánuco, a desdecirse y volver a oponerse. 

Los activistas se agitaron nuevamente. Pero el primer grupo, encabezado por Cosijoopii Montero, el grupo cercano al Fondo Metropolitano del Agua, fue más cauto. Incluso, Cosiijoopii llegó a desconvocar a una movilización. Alegó que ya no era necesarias, que el Bronco se había comprometido a frenar el proyecto. Todo estaba en confusión. 

Pero en eso entró un nuevo protagonista que sumó nuevos aliados.

La mano de dios

Era junio de ese 2015. El papa Francisco había lanzado la carta Encíclica “Laudato Si”, sobre el cuidado de la casa común, en la que llamaba a proteger el medio ambiente: “… Entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra”. 

Entonces, en una reunión el Monseñor Alfonso Miranda dijo: “Tengo orden del arzobispo para decirles que va todo el apoyo de la Iglesia contra Monterrey VI”. La Arquidiócesis formó la histórica e inédita –y primera en su tipo en el país–  Comisión Arquidiocesana Ambiental, que convocó a una gran reunión entre activistas y grupos opositores a Monterrey VI. Acudieron todos los activistas de la ciudad y comenzaron a colaborar contra la Alianza Nacional contra el Fracking. 

Liliana Flores Benavides, integrante fundadora de El Barzón, lo narra así: “Ahí en ese movimiento estaba, por ejemplo, la Asociación de Padres de Familia, de ultraderecha. ¿Sí? Pero de ultramegaderecha. Y, pues, gente muy progresista, que en un momento dado de su juventud fue de la guerrilla…”.

Quien había cabildeado en la Arquidiócesis, había sido el padre Chema, “un cura de guerra. –lo describe César Valdez-. En 2014 se hizo párroco de San Juan Cadereyta, y entonces hubo un mega derrame en el Río San Juan. Primero adujeron que era robo de combustible y luego tuvieron que aceptar que había sido un derrame de Pemex. Por este caso, al padre Chema lo amenazaron de muerte”.

Manuel Guerrero Noyola, alias el Padre Chema, es un hombre de edad indescifrable y cara redonda y sonriente. Junto con el padre Luis Eduardo Villarreal impulsó la Comisión Arquidiocesana del Medioambiente.  “Monterrey VI nos abrió un panorama. El problema no es Monterrey VI, es una agresión constante al medio ambiente.

El padre Chema se concentró en el impacto social del proyecto. Entabló relación directa con comunidades afectadas en Xilitla, San Luis Potosí.

“Allá estaban más organizados, más concientizados, eran campesinos, gente del campo, pero tenían resistencias contra el fracking, y tenían bien claro que el agua no se debía trasvasar para acá. Eran  pueblos enteros participando en las asambleas”.

El desastre del movimiento

Las reuniones del Frente contra Monterrey VI sufrieron el desgaste natural de todas las movilizaciones, y sobre todo aquellas que reunen a grupos tan diversos. David Pulido, de Pueblo Bicicletero, narra:

“Había un rollo generacional que no ayudaba mucho… híjole, bien difícil, porque las reuniones duraban horas… Era muchísima catarsis y eso era muy desgastante…  y aún así la asistencia se mantuvo alta como un año... Y luego había mucha expectativa frente a los jóvenes. Posteriormente, el obispo auxiliar fue trasladado a la Ciudad de México. Ahí, la asistencia también comenzó a bajar, ya que muchos grupos, sobre todo los más moderados, dejaron de asistir. Pero aún así se hicieron protestas, se formaron comisiones. Allí Liliana flores Benavides logró que en reuniones del Fondo Metropolitano del Agua participara gente del grupo No a Monterrey VI”.

Posteriormente, No a Monterrey VI cambió de nombre: Frente en Defensa de la Tierra, el Agua y la Vida. Y un sector propuso constituirse en institución organizada,  para obtener recursos en la defensa jurídica.

La batalla legal

Liliana Flores Benavides ha sido diputada en varias ocasiones, es economista y activista. Tuvo a su cargo toda la flota de abogados de El Barzón. Ahora divide su tiempo entre el despacho de abogados que dirige y su centro de desarrollo humano, un lugar con cursos, medicina alternativa y meditación, el cual sostiene, dice, para limpiarse de toda la tensión que padece viendo casos.

“Lo primero que hicimos fue ir al gobierno, estaba el actual gobernador Jaime Rodríguez, El Bronco, que tiene un doble discurso. Pero nos dieron cita y no nos recibieron. Íbamos a manifestarnos, sacando puntos de acuerdo con el Congreso, hicimos todo un cabildeo en donde teníamos que hacerlo. Buscamos información; el gobierno no la entregó; tuvimos que recurrir a la Comisión de Acceso a la Información. Luego Conagua no contesta, tuvimos que acudir al INAI… Es poner trabas a la ciudadanía. Porque todos tenemos que trabajar para comer, y esta es una forma de cansar a la ciudadanía. Pero bueno, somos tozudos, porque este es un asunto de vida, que implica no solamente nuestra actualidad. En ese sentido seguimos en la brega”.

Liliana dice que incluso han metido quejas en el área ambiental del Tratado de Libre Comercio. 

La fuerza de la oposición contra Monterrey VI, es precisamente su debilidad. Quienes integran la resistencia contra el acueducto, no necesariamente lo hacen por las mismas razones: hay quien está en desacuerdo porque el contrato lo tenga Higa, pero no en la construcción; hay quien se sumó por el mandato de dios; otros más por el daño ambiental para las comunidades de origen.

Poco a poco, la efervescencia del movimiento se fue desgastando. También, muchos actores asumen que la demanda principal ya se ganó. Sin embargo, el Frente a Favor de la Madre Tierra y la Vida continúa trabajando. Hasta la fecha, se reúne cada 15 días. Esta no es una historia concluida, siguen estudiando el problema del agua en Monterrey y su área metropolitana.

 

 

RECURSOS LEGALES

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