Foto: Antonio Aguilar
Invernadero
Al sur de la comunidad está el molino que procesa y vende palmilla a compañías norteamericanas. También hay un corral abandonado, porque aunque los Pa ipai tienen más infraestructura que otros pueblos yumanos, también son los que tienen más precariedad económica.
En años anteriores, los Pa ipai tuvieron proyectos productivos con financiamiento de la ex Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (hoy Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas): invernaderos para la producción de mezquite, yuca, pino y jojoba. Comercio de productos artesanales en el mercado turístico (cestería, cerámica, cordelería y productos elaborados con otras técnicas tradicionales, como el tallado de madera). Pero ninguno ha funcionado. Incluso el pueblo tiene una sanción de muchos años para el aprovechamiento forestal.
A Amado Albañez, de poco le ha servido conocer a un presidente (Vicente Fox) y estar en reuniones oficiales con una comisionada de los pueblos indígenas (Xóchitl Galvez): La zona tiene para mantener a la gente y hasta más, pero todo es política, pues. El que tiene más salva traga más pinole”, dice con cierta amargura.
Ovando Arce coincide en el diagnóstico y asegura que los partidos políticos han provocado muchas envidias, “por eso está destruido todo”.
Desde la Misión, donde se ve el invernadero fallido, Arce señala el cerro Hui cual, sagrado para los Pa ipai, y suelta una reflexión sobre el recelo que tienen de los mexicanos y los programas que les han traido: “Antes éramos muy pobres, pero muy divertidos, todo era kuri Kuri. Ahora somos poquito pobres pero se nos acabó la fiesta”.