Durante 12 mil años los yumanos han sobrevivido y se han adaptado a muchas cosas, entre ellas la colonización y la evangelización de las misiones, el desarrollo pos revolucionario y el proyecto de unidad nacional. ¿Podrán sobrevivir al embate neoliberal?

Este trabajo fue un reto en muchos sentidos. El primero consistió en contar a los yumanos que viven en la Baja California sin prejuicios de lo que es lo indígena (o lo indio, como ellos se dicen).

Conocer su visión del mundo representó para el equipo de Pie de Página un proceso de autodescubrimiento. Ahí, en el extremo oriental del país, surgieron dudas que modificaron el objetivo del trabajo: dejamos de buscar pueblos en extinción para empezar a entender a pueblos que se transforman.

Empezábamos a entender algo que meses después nos explicó la antropóloga Alejandra Velasco, autora de una tesis que defiende la existencia de los Cochimí: los sistemas humanos son dinámicos, cambiantes y evolutivos, y tenemos que dejar de encuadrarlos en categorías lejanas a la realidad.

Porque, ¿cómo se vive hoy la indianidad? ¿Qué elementos, sueños, recuerdos, memorias, anhelos le dan sentido al ser indígena?

“Los últimos Cochimíes” no se extinguieron hace 100 años, sostiene la antropóloga: “Más que exterminarse se transformaron, reconfigurando su cultura e identidad como una forma de responder a las disyuntivas que les presentaron cada uno de los sistemas dominantes y lograr su permanencia a través de las estrategias que utilizaron para persistir”. Y esa reconfiguración o reexistencia ha ido creando “nuevas formas de autorepresentación con las cuales marcar sus límites en las interacciones y relaciones con otros actores sociales, actualizando su identidad étnica”.

Resuelto el tema de quiénes son ellos, los indígenas, nos enfrentamos a otro problema, un poco más complejo: ¿quiénes somos nosotros, “los mexicanos” como nos decían todos? Y peor aún: ¿qué es México?

En las escuelas se enseña que Aridoamérica, las tierras desérticas del norte del país, son un páramo baldío. Pero en esta tierra de climas implacables viven los yumanos. Ellos conservan idiomas con más de 8 mil años de antigüedad, mientras que el castellano apenas tendrá unos mil. También son protectores de las pinturas rupestres más antiguas del continente y que fueron pintadas por sus ancestros por toda la Baja California.

¿Por qué entonces, la historia oficial insiste en borrarlos? ¿Por qué sólo se habla de los indígenas del centro y el sur del país como referentes de las culturas prehispánicas que aún sobreviven?

Una explicación, que no es la única, se finca en el despojo.

En su tesis, Velasco identifica cuatro momentos clave de la historia de los yumano- cochimí en Baja California: el periodo prehispánico, hace 12 mil años, cuando llegaron los primeros pobladores procedentes del sur y sureste de Estados Unidos; el periodo misional, y el choque cultural entre los españoles con los nativos; el posmisional, que impulsó su incorporación al trabajo asalariado, y la época posrevolucionaria, una época “marcada por el despojo y la invasión de tierras a los pueblos originarios”.

La península de Baja california no solo tiene la Reserva Natural más grande del país; también es rica en minerales, como oro y cobre.

Ahora, una nueva amenaza se sobrepone sobre el mapa de Baja California: los proyectos extractivos. Los hombres más ricos del país (Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Alberto Baillères) tienen intereses mineros o energéticos en la península. Todo el subsuelo del Ejido Kiliwa, por poner un ejemplo, ha sido concesionado a las empresas de Slim.

Igual sucede con empresas de energía como la española Iberdrola, que tiene como asesor al expresidente Felipe Calderón. A eso se agregan los proyectos, como los parques eólicos.

Por eso, cuando le preguntamos a la líder Kumiai, Norma Meza, qué cree que es lo que más los ha puesto en riesgo de desaparecer, responde llanamente: “Lo mexicano”.

Pero si México significa la destrucción de pueblos originarios, la imposición de una visión del mundo, y un sistema político y económico que borra sin titubear lo que no se le adhiere, entonces, ¿quiénes somos los mexicanos?

Los colonizadores españoles sometieron y esclavizaron a los pueblos yumanos. Ellos justificaron que eran bárbaros que debían ser evangelizados para salvar su alma. Nosotros, 500 años después, somos capaces de comprender la riqueza cosmogonía de los nativos, pero los seguimos amenazando.

La construcción de nuestra identidad tiene una deuda con los ellos. El más grande error ha sido sólo verlos en el pasado, pues sólo si los pensamos en el futuro les damos la posibilidad de sobrevivir.