Los primeros rieles de la migración a Estados Unidos
La migración mexicana es tan vieja como la construcción de lo que ahora es Estados Unidos. Los primeros viajeros dejaron caminos y redes sociales que explican la diáspora actual, y de la que se han beneficiado millones de personas en las últimas décadas. Aquí el inicio de la historia.
Es una historia que pocos recuerdan. A finales del siglo XIX Estados Unidos estaba en plena expansión de su red ferroviaria, después de construir la primera vía en el continente que une al Atlántico con el Pacífico.
Pero en 1882, el Congreso emitió la Ley de exclusión de chinos que ilegalizó a miles de personas que ya vivían en ese país, y cerró las puertas a inmigrantes provenientes de Asia.
Entonces empezaron los problemas. El tendido de las vías en montañas, desiertos y encima de ríos dependía casi exclusivamente de trabajadores chinos. A punto de fracasar el ambicioso proyecto, las empresas Union y Central Pacific, el duopolio que construía los ferrocarriles, envió contratistas a México para abastecerse de su urgida mano de obra barata.
Ya sabían dónde buscar. Según el historiador Gilberto Loyo a partir de 1849 llegaron a Arizona y Nuevo México más de 13,000 latinoamericanos, la mayoría mexicanos de Sonora, a trabajar en minas y campos agrícolas. Llegaron atraídos por la promesa de salarios altos y la posibilidad de hacerse de algunas tierras, pero fueron traicionados y se conformaron con vivir de los 20 dólares mensuales que les pagaban. El 70% de la mano de obra que comunicó al suroeste de Estados Unidos fue mexicana.
El ferrocarril detonó la primera migración masiva desde México que se mantuvo constante hasta las primeras décadas del siglo XX. Para 1930, según estadísticas recopiladas por el investigador Jorge Santibáñez, oficialmente Estados Unidos había recibido a 694,626 mexicanos.
Los caminos que ahora siguen los migrantes del siglo XXI empezaron a construirse hace 167 años. En 1942 se dio otra migración masiva, con el llamado Programa Bracero. Estas migraciones se repitieron de forma clandestina en los años 80 y las dos décadas posteriores.
Datos del Pew Hispanic Center, que se basan en estadísticas de la Oficina del Censo de Estados Unidos señalan que más de 20 millones de personas que viven en ese país son de origen mexicano. Casi la mitad, unos 9 millones, carecen de documentos migratorios e ingresaron al país a partir de 1995, expulsados por la crisis económica.
En su exilio estos migrantes también establecieron nuevas, obligados por los muros de concreto, alambre y de policías que estableció Washington en su frontera sur.
Pero incluso en estos nuevos caminos existe un componente histórico. Por ejemplo en el desierto de Altar, Sonora, algunas de las veredas para cruzar la frontera son las mismas que desde hace más de 600 años usa la nación Tohono O’odham para moverse en su territorio.
***
A lo largo del siglo pasado cada grupo de migrantes mexicanos construyó su camino al norte, y también eligieron sus nuevos hogares en Estados Unidos.
Los jaliscienses utilizaron la vieja ruta de El Paso pero desde la década de los 70 optaron también por Tijuana como sitio de cruce a Chicago, Illinois y Los Angeles, California.
Las personas de Guanajuato también se van por Texas, aunque su principal destino es Dallas, Los Angeles y Chicago.
De Zacatecas se mueven a El Paso y Tijuana para llegar a Santa Ana, California, aunque también existe una población importante en Los Angeles. Los michoacanos se movieron a Seattle, Illinois y California.
Un caso especial es Oaxaca que desde hace más de cien años tiene una migración interna importante, y que en esa búsqueda de empleo llegaron hasta California, principalmente la zona de Los Angeles.
A todos estos grupos su antigüedad les permitió construir redes sociales y de protección que, como se evidenció años después, les garantizaron un viaje más seguro en comparación con otros mexicanos.
Y es que a partir de 1993, cuando se establecen las operaciones Guardián, Bloqueo y Río Grande que cerraron el paso por California, Chihuahua y Tamaulipas, el cruce de la frontera se volvió extremadamente peligroso y el flujo humano fue obligado a moverse hacia las regiones desérticas de Sonora y Arizona. Desde el cierre fronterizo más de 6 mil 500 migrantes han muerto en el desierto.
Este fue el escenario que enfrentaron las nuevas migraciones que abandonaron el país tras el error de diciembre, y que desde entonces han construido sus propias comunidades en Estados Unidos: Hidalgo, Puebla, Veracruz y Chiapas, que es el grupo mexicano más vulnerable porque no ha construido una red social en Estados Unidos que la proteja.
***
Desde 2009 el Pew Hispanic Center reportó que la tasa migratoria entre México y Estados Unidos es virtualmente de cero, es decir, quienes se van equivale al número de quienes vuelven voluntaria o involuntariamente.
Esta tasa cero no es gratuita. En su primera etapa el presidente Barack Obama autorizó deportaciones masivas de migrantes irregulares que afectaron especialmente a los mexicanos, de 2009 a 2016 2.8 millones de migrantes fueron deportados. También se sumó la recesión en la economía estadounidense la cual afectó sobre todo a la industria de la construcción, donde se emplean millones de migrantes.
Y en el caso de México se presentó un elemento inesperado, la guerra contra el narcotráfico convirtió en campo de batalla las zonas fronterizas y en rehenes a los migrantes que se atrevieron a cruzarlas, lo que disminuyó el flujo.